“Ser solidario es buscar Justicia”
Para el líder de la Red Solidaria “la solidaridad argentina todavía es espasmódica” y cree que una de las urgencias es el compromiso. “Queremos que cada día más gente levante la vista y descubra al otro”, afirma este veterinario y profesor de biología que todos los días intenta la una de las tareas más sencillas y colosales: reunir al que da con el necesitado.
“Hay 11 millones de pobres en un país de 36 millones. Falta recaudar un poquito más de compromiso porque es imposible que tantas personas sean rescatadas sólo por el Estado o una ONG. Hay una emoción solidaria pero falta comprometerse más. Eso es lo urgente”, afirma Juan Carr.
Para el fundador de la Red Solidaria, más allá de las urgencias de todos los días – donde mencionará a los 238 chicos y 39 adultos perdidos; las tres emergencias nacionales para transplante y los 5.700 argentinos esperando un órgano que no llega, entre otras cosas- hay que involucrarse. “La clave es no cambiar de vida. No hay que vestirse de harapos ni hacer cosas rimbombantes, pero hay que comprometerse. Y a la recaudación de compromiso todavía hay que ponerle un poquito más de garra”, afirma.
Solidaridad argentina
“La solidaridad argentina es espasmódica, pero pasamos de un momento de indiferencia a la emoción y eso es bueno”, sostiene. Y para ejemplificar usa el reciente caso de Tartagal, en Salta. “En esa crisis hubo un montón de generosidad y solidaridad. Pero ¿cómo hacemos para evitar que vuelva a pasar? Y así con todo. Aparece un órgano y salva una vida, ¿No sentamos para ver cómo aumentar la donación de órganos? Conseguimos comida para los comedores, pero ¿vamos más allá? ¿Tratamos de combatir el hambre? Porque más que ayudarlos tendríamos que ver si alguno puede desaparecer gracias a que esos chicos pueden comer de nuevo en su casa con su familia porque sus padres tienen laburo”.
Igualmente Carr es optimista. “Nosotros celebramos este paso, aunque todavía es emocional. Igual nosotros estamos tapados de generosidad. Argentina vive una explosión solidaria”.
En ese sentido está trabajando la Red Solidaria: buscan crear una cultura de la solidaridad. “Queremos que cada día más gente levante la vista y descubra al otro. Una de las características de los marginados es su invisibilidad. No vemos a los 260 mil desnutridos que hay en el país ni a los ancianos que están solos. A través de la comunicación y de la imagen se hacen visibles. Nosotros tratamos de mostrarlo dignamente y cuando la gente lo ve aparece la catarata de solidaridad”, sostiene, aunque reconoce que la principal dificultad es “hacer que esta emoción dure en el tiempo” porque “la cultura solidaria se trata de incorporar al prójimo en la vida cotidiana”.
Pero, para Carr, el trasfondo de esta nueva cultura es la Justicia. “Nos reconocen por haber hecho una campaña para las escuelas rurales; en realidad hicimos Justicia porque conseguimos una biblioteca. La cultura solidaria, y ser solidario, en definitiva, es buscar la Justicia elemental”
-¿Cómo se articula el trabajo de la Red con el Estado, las empresas y la burocracia en general?
- Ahora se dio una gran participación de la gente, pero igual la gran transformación la tiene que hacer quienes la tienen que hacer. Comparados con la Madre Teresa de Calcuta estamos todos perdidos. Pero si un corrupto se emociona hoy y no se corrompe es una evolución. En eso soy muy compasivo. Pero es un proceso. Nosotros le agradecemos a Dios o a la vida que nos llame desde la última jubilada que no tiene un peso hasta el mayor millonario de la Argentina para colaborar. Uno trata de estar cerca del dolor y del que sufre. Y eso es una escuela terrible que te libera de un montón de frivolidad.
Trabajo en red
-¿Cómo se organiza la Red Solidaria?
-En verdad no tiene papeles ni personería jurídica, es un hecho cultural, un caos ordenado. Cuando ordenás mucho las cosas la realidad te las desordena y las complica. Y cuando caes en el desorden no podés transformar la realidad. Nuestro mecanismo es primitivo: llegan necesidades y tratamos de ver quién pueda cubrirlas entre compañías, fundaciones, medios de comunicación, clubes de fútbol y amigos. Cuando esos mecanismos no funcionan acudimos a los medios y les presentamos a los argentinos esa necesidad. Nosotros ponemos en contacto al necesitado y a quien puede ayudarlo.
Ese es su objetivo primordial, aunque le agregaron un segundo: desarrollar una cultura de la solidaridad. “Ahora es un momento pedagógico. Nos interesa ver que hace una persona cuando apaga la tele, la radio o cierra un diario”.
Y aunque la Red está creciendo por el mundo, las prioiridades siguen siendo las mismas. “Está funcionando muy bien en Barcelona, Boston, arrancando bastante bien en África y solidificándonos en Bombay. Pero a la vez yo no conseguí una prótesis para una abuela y la cosa pequeña también es clave para nosotros”
Si bien en todo el mundo hay muchas redes solidarias porque “está de moda”, en general están ligadas a un solo tema. “Nosotros queremos avanzar en accidentes de transito, ancianidad y violencia domestica. Y este modelo de varios temas parece que no existe”, afirma, aunque agrega con modestia: “Igual nosotros no inventamos nada, es un rejunte y vamos adaptando las cosas a la realidad. No hay mucho merito. Estamos muy orgullosos, pero juntar al que da con el que necesita es súper primitivo”.
Juan Carr, hombre
Juan Carr vive con su mujer y sus cinco hijos en una casa chorizo en Florida. “Clase media, una cosa muy estándar de barrio”, define, porque “no hay una revolución solidaria fuera de casa si no está adentro y los afectos son claves para afrontar la realidad. Después de un suicidio o de un crimen, está la familia”.
Además de la Red Solidaria, Juan Carr tiene su trabajo, como cualquier otra persona. “Llevo una vida bastante normal. Nosotros proponemos una solidaridad para gente normal. Pero pareciera que la exposición te vuelve más especial y nosotros hacemos un esfuerzo enorme para que no pase. Cualquiera puede poner la foto de un chico perdido y buscarlo”, ejemplifica.
Carr es veterinario y profesor de biología y trabaja en un Centro de Desarrollo Comunitario con veterinarios, agrónomos, docentes y pediatras. “Por esto me pagan”, aclara, y agrega: “Allí tratamos la desnutrición infantil. Los pediatras tratan de recuperarlos y luego intentamos que hagan una huerta comunitaria o familiar, criar gallinas y luego conejos”. Pero además, da clases en el colegio Santo Domingo en la villa de emergencia La Cava, donde desde hace seis años trabajan que logran que los chicos terminen el secundario.
“De todo eso vivo yo y me pagan empresas y compañías. Renuevo los contratos anualmente, pero de eso vive la familia Carr. Obviamente por mi visibilidad circunstancial en la Red a veces ligo también. Pero todos los que participamos de la Red tenemos la suerte de tener trabajo”.
Un día típico en su vida comienza entre las 5,30 y las 6 de la mañana. “Ahora con el conflicto de las papeleras leo los diarios de Uruguay y Gualeguaychú. Después Clarín, La Nación y a veces Pagina 12 mientras escucho un poco de radio, Continental y Mitre y bajo los mails”, relata.
Luego, lleva a los chicos al colegio (“tengo prohibido hablar por radio de 7,15 a 8,45”, aclara) y se va a caminar cuatro kilómetros por la costa porque junto con los vecinos están clasificando las aves y las plantas para hacer la primera guía comunitaria. “Además camino para bajar la panza y la ansiedad”, relata, y agrega: “Y ahí ya empiezo a trabajar y a ocuparme de cosas de la Red. Todos los días son distintos, pero a la tarde trato de dormir la siesta media hora”.
Ejemplo de cultura solidaria
“Me acuerdo que un día se apareció Tomás Olivieri Acosta, un joven inteligente, maduro y comprometido, y me comentó del proyecto Diagonal –recuerda- Me impresiona la continuidad. Cualquier cosa que dura más de un año en la Argentina es un éxito y más de dos, un milagro. Y perduró. Además generó empleo, que es la clave la solidaridad: generar empleo, no asistir. Diagonal es un ejemplo vivo de cultura solidaria”.
miércoles, julio 12, 2006
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