sábado, junio 04, 2005

La entrevista de abril: Julieta Díaz

“Antes pecada de confianzuda, ahora soy simpática”

A los 27 años, y tras varios éxitos consecutivos en TV, decidió alejarse temporalmente del medio para estudiar y dedicarse al teatro, donde protagoniza Emma Bovary, un éxito de público y crítica.


“Tengo varias propuestas de cine, la obra de teatro, Emma Bovary, voy a estudiar en la Escuela del Relato, de Ana María Bovo y voy a retomar mis clases de flamenco”.
Cualquiera que lea este comentario no se imagina que son los dichos de una actriz que viene de protagonizar el programa de televisión de ficción más prestigioso de 2004, y que luego de varios éxitos ininterrumpidos en ese medio decide hacer un impasse para probar cosas nuevas.
Pero a los 27 años, Julieta Díaz decidió incursionar en nuevos terrenos. Y no le fue nada mal.
El año pasado tuvo su primer protagónico en teatro con Emma Bovary, una obra de Ana María Bovo donde un coro de mujeres va relatando la vida de Emma, la protagonista de la novela de Flaubert.
La obra fue un éxito de público y crítica y este año se repuso nuevamente en el Centro Cultural de la Cooperación, donde cada fin de semana se agotan las 164 localidades de la sala.
-¿No es atípico en este momento de tu carrera, que venís de varios éxitos en TV, dejar todo para hacer teatro y la Escuela del Relato?
-Lo que pasa es que hice mucha tele y, por suerte, me fue muy bien e hice cosas que me encantaron. Pero también es sembrar en otros lados. Mi carrera la he hecho básicamente en televisión, pero no me considero sólo una actriz de televisión. Para nada. Me parece que hacer teatro es una buena opción para popularizar y que se conozca otro tipo de emprendimiento que yo haga, porque la gente que me ve en la televisión es también la que va al teatro. Lo de la tele suma.
-¿Cómo llegó la propuesta de Emma Bovary?
-Yo me la encontré a Ana María Bovo en los premios Clarín y, como había visto un espectáculo de ella que se llamaba Maní con chocolate, le comenté que me gustaba lo que hacía y que me encantaría trabajar con ella, como comúnmente le digo a la gente que me gusta como trabaja. Al mes me llamó y me dijo: ‘¿Leíste Madame Bovary?’. No, le dije y me contestó: ‘Leelo porque te quiero proponer una obra de teatro que escribí en base a Madame Bovary con la técnica del relato’.

La familia unida
Julieta es hija de Ricardo Díaz Mourelle, también actor y con quien ya trabajó alguna vez. “En televisión hicimos algo chiquito juntos y nos reíamos viéndonos”, recuerda y agrega: “ Es mi maestro en el laburo y es una buena persona, así que creo que me inculcó buenos valores”.
-¿En cuanto influyó tu papá para que fueses actriz?
-Muchísimo, es fundamental. Por eso me hice actriz, creo. Porque conocí el teatro por él. Después me gustó, pero fue una influencia bastante directa y hoy es mi profesión y no la cambio por nada.
-¿Y con tu mamá como es la relación?
-Mi vieja no es actriz, pero estudió. Y también estudió letras, escribe, estuvo en la Escuela de Ana María Bovo. Tiene mucha sensibilidad artística. Con ella es desde otro lado, porque tiene una búsqueda espiritual muy fuerte. Tiene un grupo ecologista, de meditación, sin fines de lucro. Con mi vieja me divierto mucho, siento que me enseña muchas cosas, que me educó bien y también es mi maestra en lo espiritual. Pero los dos se copan mucho con mi trabajo, y encima soy hija única, así que imaginate…


Los inicios
-¿Cuando fue el momento en que te sentiste actriz, que dijiste me dedico a esto?
-En verdad siempre me sentí actriz. Desde que empecé a estudiar, pero tenía claro que para ser actriz había que empezar a laburar. No a ganar dinero, sino a laburar. Y fue cuando empecé a trabajar fuerte, en Campeones, y hubo una rutina y empecé a pagar mis cuentas.
-¿Cómo llegaste a la tele?
-Yo venía estudiando hace varios años y mi viejo conocía Fernando Spinner, que iba a hacer una miniserie de suspenso, Bajamar, y mi viejo (que también es actor) fue a hacer el casting junto conmigo. Su personaje tenía que tener una hija y el dijo ‘mi hija es actriz, no tiene experiencia, pero estudia’. Fui con él y quedamos los dos, pero no pudo hacerlo porque tenía una obra de teatro en el San Martín. Yo sí. Y de ahí conocí a un director, a otro y empecé a hacer bolos (pequeñas participaciones), a dejar curriculums y videos míos, hasta que caí en Pol-ka para hacer bolos, cada vez más importantes. Un día me dieron siete capítulos en Gasoleros. Yo no sabía, pero me estaban probando para Campeones. Y de ahí arranqué. Tenían sus dudas para ponerme en Campeones, pero por suerte se arriesgaron (ríe).


La fama
Para alguien con tanto nivel de exposición pública muchas veces sobrellevarlo no es tarea sencilla, pero no parece ser el caso de Julieta.
“Me fui de vacaciones sola a Brasil y no me conocía ni el loro –recuerda- y lo disfrutaba, pero hay algo que tiene que ver con la cotidianeidad, con la confianza y la familiaridad que tiene eso, que a mi me gusta. Cuando me felicitan por mi trabajo porque lo vieron y les gustó, me encanta”.
Para ella lo bueno de ser conocida es que se siente “como en casa” en todos. “A veces es rompebolas, como a veces estar en tu casa es rompebolas –admite- pero hay algo de eso que me seduce, porque la gente me siente como familiar y yo, en cierta manera, también, porque enseguida genero algo de confianza. Me gusta, de chiquita soy así. Antes pecada de confianzuda, ahora soy simpática (ríe). Porque antes, cuando no era conocida, decían ‘esta es medio confianzuda’.Ahora, como soy famosa y yo enseguida me prendo, es que soy simpática”.


Recuadro
Dar una mano
“A mi me gusta involucrarme desde mi trabajo porque siento que sumo ahí. Y si llama la atención mi figura, está bueno que lo haga en lugares como DiAGONAL, Hecho en Buenos Aires o en Teatro por la Identidad”, afirma.
Entre otras cosas, Julieta participó en dos ediciones de Teatro por la Identidad, el ciclo que promueven las Abuelas de Plaza de Mayo para generar conciencia a partir de las expropiaciones de los hijos de los desaparecidos durante la última dictadura militar. Además, estuvo en los eventos que Cáritas organiza junto al programa Dando una mano, de Radio Nacional Folklórica.
“Mi vieja también estuvo en el último evento de Cáritas ayudando junto con amigas y no son conocidas. Hay un montón de gente que lo hace. Y si mi aporte no hubiese sido de este lado, a lo mejor hubiese sido desde otro, haciendo otra cosa”, sostiene.
Pero hablando de solidaridad y ayudar ayudar, reflexiona: “Los seres humanos somos un poco egocéntricos, pero la vida continúa. Es terrible, pero la vida continúa y es una bola difícil de parar. Pero también es una paradoja porque si uno no para y ayuda al de al lado nunca se va a solucionar nada”.


Recuadro
Escribir
Entre todas las cosas que le gustan a Julieta, escribir es una de sus preferidas.
“Me gusta escribir poesía. Me encanta escribir, buscar las palabras exactas para una expresar una idea, buscar una metáfora para una sensación…”.
-¿Puedo pedirte una poesía para publicar?
-(silencio)…Bueno. Está bien. Me da como vergüenza, pero voy a buscar una que me guste mucho y te la envío.
El envío llegó y aquí está:


Insatisfecho
Trepa la lluvia en los troncos. Aumenta.
Se multiplican el bosque y las hojas.
Pies descalzos que buscan por la fría tierra la raíz.
En este atardecer eterno la saliva helada del mundo me cubre, y busco...
Espero.........espero................espero........................
El sol indeciso en la huída no puede volver a salir.
Espero............desespero.......(!)
...Entonces, se levanta el piso bajo mis dedos yertos cual Lázaro
después del sueño en pausa, y caigo dentro.
Me mezclo en el barro.
Se deshace mi cuerpo y mi mente: Soy suelo cálido dentro del mundo, ahora.
Madera blanda que se astilla en el lodo y se pierde.
Blanca flor que atraviesa el humus sin dolor.
Certeza.
Alegría.
Soy la miel que recorre los tallos más verdes.
Soy rocío.
Soy eterna.
Soy viento que lava la pena.
Felicidad que reposa.


Perfil
Julieta Díaz
Actriz, soltera, 27 años
Comenzó a estudiar teatro a los 12 años
En TV comenzó en la miniserie Bajamar y pequeñas participaciones en diversos programas, pero el reconocimiento llegó con Campeones. Luego continuó en Ilusiones, 099 Central, Soy Gitano y Locas de amor.
En cine trabajó en Herencia (2001), Déjala correr (2001) y Rockability (2000), además de varios cortos.
También participó en varios videoclips como "Volver a empezar", de Alejandro Lerner y "Sueños", de Diego Torres. El más renombrado fue "Mariposa traicionera", de los mexicanos Maná porque se besaba con otra chica.
Actualmente protagoniza en teatro Emma Bovary, de Ana María Bovo basada en la novela de Flaubert, en el Centro Cultural de la Cooperación y no tiene pensado hacer televisión.

Publicado en Periódico DiAGONAL - Abril '05 -
www.diagonal.org.ar

sábado, mayo 21, 2005

La entrevista de marzo: China Zorrilla

“Sé que mientras tenga un soplo de vida
lo único que voy a querer hacer es teatro”

A los 83 años, una de las actrices más importantes de la escena rioplatense hace televisión, cine y teatro ininterrumpidamente. China Zorrilla recibió a DiAGONAL y habló de su vida, de su amor por el teatro y de cómo le gustaría no tener que trabajar para vivir. “Pero no me quejo porque hace 34 años que vivo en Argentina y tengo trabajo”, afirma.


China Zorrilla no para. Este mes cumple 83 años y trabaja a la par de un chico 20. Está filmando una película en Madrid bajo las órdenes de Marcos Carnevale, participa de Los Roldán en televisión y viene de hacer temporada en toda la costa con “Camino a La Meca”, la obra de Athon Fugard que estrenó en 2003 junto a Thelma Biral y Juan Carlos Dual bajo la dirección de Santiago Doria y que planea reponer en breve.
Para ella, la obra era “una cosa llamada a ser un éxito para los críticos o para los que entienden de la cosa literaria. Transcurre todo en Sudáfrica, que ya es raro. Es de un autor sudafricano, que es más raro todavía, y que no es muy conocido acá, pero sí en el mundo de habla inglesa. Un gran luchador contra la discriminación de Sudáfrica”, comenta.
Pero además de la crítica, la respuesta del público fue inmediata. “Debutamos con la incógnita de lo que significa un ensayo. No hay fórmula de éxito en el teatro, sino seríamos todos ricos los actores. El teatro no tiene formula de éxito ni fracaso como casi nada de las cosas en la vida. Es una aventura, te estás tirando de un precipicio sin red, siempre. Y aquí fue un éxito”.
Durante todo el 2003 la obra estuvo en cartel en Buenos Aires y en el verano se sumó la temporada en Mar del Plata. Entonces, viernes, sábados y domingos estaba en Buenos Aires, mientras que lunes y martes hacían dos funciones por día en Mar del Plata.
Los miércoles y jueves eran los días de descanso, pero China los utilizaba para grabar su participación en Los Roldán. “Era una cosa de locos –recuerda- pero me asombró ver que la gente quiera de pronto pensar un poco, que los tomes más en serio”.
La obra cuenta la historia de Helen, una mujer nacida y criada en una pequeña comunidad blanca de Sudáfrica, en medio de un desierto, de costumbres conservadoras, que un día descubre que nunca ha amado a su marido y abandona la iglesia de los domingos porque ha dejado de creer. Al quedar viuda encuentra en sus manos de escultora el camino hacia la libertad personal y la felicidad de crear.
“Me da un placer tal hacer esta obra que cada vez me canso más porque mientras los personajes hablan tranquilos y toman tecito están diciendo cosas filosóficas y consideraciones de la vida, del hombre, para qué estamos destinados, si no nos ha quedado en nuestro proyecto de vida inicial algo que no pudimos hacer por circunstancias ajenas a uno, si hay tiempo de tratar de hacer eso y de hacerlo a pesar de todo, aunque estés vieja y cansada”.
Y este verano hicieron temporada en Mar del Plata y desde allí salieron a toda la costa atlántica, mientras que en febrero también volvió a grabar para Los Roldan. Y así la agenda de China se va completando una y otra vez…
-¿En algún momento preferiría no hacer nada y quedarse en su casa?
-¡Si! (grita). Como verás no dudé (risas).
-¿Pero entonces por qué siempre vuelve a salir al escenario? Hay algo que la impulsa…
-Yo vuelvo salir, fundamentalmente, porque yo no soy algo que debería ser y que todo el mundo cree que soy: rica
-Es verdad. En general, la gente cree que usted tiene alcurnia y plata…
-Alcurnia no es plata. Puede ser que tenga alcurnia, pero lo que debería tener es ¡mucha plata! Entonces tengo que trabajar. Pero yo le recuerdo a la gente que me cansa. Me encanta esto que hago y si te gusta algo te cansa menos que algo que no te gusta. Si yo tuviese que acarrear ladrillos para ganarme el mango odiaría eso porque no es mi vocación, porque cada vez que entro a La Meca digo gracias a quien esté ahí arriba. Y sigo trabajando, y es mucha suerte, pero también es porque yo lo hago bien, no creas en la modestia de los actores. Si estamos haciendo teatro y la gente está pagando por vernos es porque lo hacemos bien, si no somos unos sinvergüenzas. Yo sé como se hace teatro y quiero hacerlo bien. Pero el placer es lo que te mantiene, ¿te das cuenta? A veces hay una cosa física que tiene uno: ‘¡cómo me gustaría irme a casa, a tomarme un cafecito, ver un película…’ Pero el telón se levanta a las ocho y eso para mi ocurre desde que tenía 24 años, cuando empecé a vivir del teatro. Pero muchas veces yo digo ‘poder no trabajar, como el supremo lujo’. Pero no se si podría.
-¿Pero por una cuestión netamente económica o de ganas?
-No, económica. Pero tengo la suerte de que esta cosa obligatoria que tengo que hacer me gusta y sabes la diferencia que es eso…
Luego de filmar durante todo marzo en Madrid, China partirá una semana a Roma. A su vuelta, todo el equipo de “La Meca” quería reponer la obra en Buenos Aires, pero China quiere tomarse unos días de descanso. “No pido un mes en Suiza, pero si 20 días en París, que tengo amigos que me dan casa y comida. Gente vieja como yo que puede ir un día al cine, al teatro. O si no descansar acá, pero realmente descansar”, afirma, aunque enseguida agrega: “Pero no me quejo porque hace 34 años que vivo en Argentina y tengo trabajo”.
El amor a la profesión
“Siendo joven, a los 42 años, estaba tan apabullada de teatro y de letra, de aprender de memoria, de que la gente me parase, y eso que era Montevideo, donde no hay este tipo de cholulismo que te lo da la película y la televisión, que dejé el Uruguay y me fui a vivir a Nueva York cuatro años ¿y sabés lo que era? Profesora en un colegio.
-Enseñaba francés, ¿no es cierto?
-Sí. Cobraba el mismo sueldo todos los meses, me lo pagaban justo el día… entonces vos estabas organizada y sabias que tenías tanto de alquiler, de otra cosa… pero los actores estamos siempre en la cuerda floja, siempre tirándonos del trapecio sin red. Pero tampoco podés vivir sin eso si tenés vocación como tengo yo. Porque desde que tengo uso de razón pensé siempre ‘¡Cómo me gusta hacer teatro!’ y eso lo pienso, lo juro por Dios, cada vez que estoy por entrar al escenario de La Meca.
China recuerda que de joven pensaba: “¿Qué puede pasar en la vida que me guste más que esto? El amor, enamorarte. La pulseada del hombre que te ama, contra el teatro, contra cualquier vocación la gana seguro el hombre que te ama”.
Pero en su caso el gran amor que siempre perduró fue el teatro. “Tengo muchos años, tendría que tener una renta, tendría que tener varios apartamentos para alquilar, pero sé que mientras tenga un soplo de vida lo único que voy a querer hacer es lo que estoy haciendo ahora, que es teatro, o la película que estoy haciendo ahora, o Los Roldan. También me llaman a cada rato para hacer reportajes, pero en el fondo todo forma parte de eso otro que me gusta que es el teatro: estar arriba del escenario, diciendo la letra y creando un personaje”.

Vivir en (la calle) Uruguay
China siempre pasó la mayor parte de su tiempo entre Montevideo y Buenos Aires, pero en 1971 fue cuando se estableció definitivamente aquí.
“Ese año –recuerda- yo estaba prohibida por los militares en Uruguay. Estaba viviendo acá porque estaba haciendo una película, llamada por Lautaro Murua, y vine con una valija de mano y les dije a unos amigos ‘¿Puedo quedarme? Vine a hacer una película’. Pero cuando termine esa película, me llamaron para otra y luego para otra. Y de ahí me llaman para un espectáculo teatral que querían que yo dirigiese. Cuando me quise acordar tenía tanto trabajo que decidí quedarme”.
Pero China seguía viviendo en lo de sus amigos, así que salió en busca de un departamento para ella sola. “Miré departamentos toda un día y yo decía ‘a lo mejor no me gusta ninguno y me tengo quedar mucho tiempo, quiero algo que realmente me guste’ y finalmente encontré. Estaba tan cansada esa mañana que dije no miro mas y me fijo que era en la calle Uruguay”. Ese departamento está enfrente del que actualmente ocupa. “Viví allí 10 años y acá llevo 22.”

Homenajes
A través de tantos años de trabajo, China Zorrilla ha tenido innumerables reconocimientos, de lo cuales se pueden mencionar desde el ACE de Oro o el Florencio Sánchez, hasta un teatro que lleva su nombre en Montevideo.
-¿Le gustan los homenajes?
-No, me ponen un poco violenta. Hace poco me hizo un homenaje Aníbal Ibarra, me declararon Ciudadana Ilustre y no se si sé equivocaron o hubo un lío de entrada pero no había nadie. Estaba Jorge Telerman, yo y diez o quince amigos que yo había invitado. Me llamaba la atención que el resto de la gente que estaba no tenia cara de admiradores míos. Era gente de las oficinas que los mandaron a hacer bulto. Ahí le dije a Ibarra: ‘vos conseguiste lo que nadie: salgo a un escenario y nadie en la platea’.


Perfil China Zorrilla
Nombre: Concepción Zorrilla de San Martín
83 años, actriz, soltera, uruguaya
Vive hace 34 años en la Argentina y es Ciudadana Ilustre
Participó en casi 30 películas y en innumerables obras de teatro. La ultima es “Camino a La Meca” que repondrá en breve
Además trabajó como directora, productora y adaptadora de teatro, como periodista en Europa para la BBC y para el diario uruguayo El País como corresponsal
Por La zapatera prodigiosa de García Lorca, que dirigió a los 21 años, obtuvo en 1946 una beca del British Council para estudiar teatro en la Royal Academy of Dramatic Art de Londres.
En 1948 ingresa en el elenco de la Comedia Nacional del Uruguay, actuando como primera figura durante diez años.
Vivió en París y asistió al Curso de Estudios Superiores de Teatro, dictado en La Sorbona bajo la dirección de Henri Rolland, y a cursos particulares con Maurice Escande.
En 1960 fundó en Montevideo, junto a Enrique Guarnero y Antonio Larreta, el Teatro de la Ciudad de Montevideo, una compañía teatral
En 1959 comenzó a actuar en TV en Uruguay, conduciendo programas como Hogar Club, El Show de China Zorrilla, El Teatro y el Amor, Reportajes a mi padre y Si usted fuera Presidente.
En 1964 viaja a Nueva York, donde vive cuatro años trabajando como traductora, secretaria y dactilógrafa de una firma de productores teatrales de Broadway y profesora de francés en un colegio.
En 1971 se radica en Buenos Aires y comienza su carrera cinematográfica, interviniendo en películas como Un guapo del 900, La Maffia, Los gauchos judíos, La tregua, Esperando la carroza, Darse cuenta o Besos en la frente, por mencionar sólo algunas.
También ha trabajado en TV (Rolando Rivas, taxista, Atreverse, RR. DT., Los Roldán)


Publicado en Periódico DiAGONAL - Marzo '05 - www.diagonal.org.ar

La entrevista de febrero: Federico Luppi

“Me llama la atención esta vocación que tenemos por brindar con champagne a bordo del Titanic”

De paso por Buenos Aires, uno de los actores argentinos más reconocidos internacionalmente habló en exclusiva con DiAGONAL sobre su incursión en la dirección de cine y un tema que le genera pasiones encontradas: la Argentina.

Federico Luppi pasó el fin de año en la Argentina. Casi de incógnito, estuvo un mes filmando en San Luis bajo las órdenes de Leonor Benedetto y luego emprendió un viaje por el norte argentino junto a su esposa. A su vuelta, y antes de partir nuevamente para Madrid, conversó con DiAGONAL, el único medio al que le concedió una entrevista.
Algo cambió. El actor que filmó más de 50 películas incursionó el año pasado en la dirección de cine. Pasos, con guión de su esposa, la española Susana Fernández, nace del recuerdo de Luppi al llegar a España, quince días antes del “Tejerazo”, el intento de golpe de Estado del teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero el 23 de febrero de 1981.
Allí se sitúa su ópera prima, que filmó durante el verano de 2004 y que espera poder estrenar pronto.
-¿Qué lo llevó a dirigir?
-En realidad no fue una decisión meditada, como transitar otro camino de la carrera, porque no lo había pensado así. El libro es de Susana, mi mujer, que recorrió un montón de productoras en Madrid hasta que a una le agradó el proyecto. A los pocos días me llama el productor y me dice ‘¿Por qué no la hacés vos?’ Naturalmente lo primero que dije fue ‘voy a pensarlo’ porque no estaba en mi esquema inmediato. Y en lugar de pensar porque la hacía me dije ‘¿Por qué no?’.
Para Luppi debutar como realizador de cine fue en muchos aspectos “una experiencia francamente invalorable” y recuerda su miedo en los meses previos. “Me dije ¿Para que me metí en esto?”. Pero apenas comenzó a trabajar en el proyecto los temores se disiparon. “Cuando comencé a visitar los lugares y a mirar plásticamente qué me servía, me sentí como si hubiese filmado toda la vida, como si supiera. Me refiero en el sentido de no tener temor a las decisiones, de cambiar ángulos, puestas en escena. Y lo hice con mucha fluidez, no sé si con solvencia, pero sí con fluidez”.
-¿Tiene ganas de filmar otro proyecto?
-A tal punto fue bueno para mi que, planteado como una posibilidad remota, me gustaría ahora dedicarme a dirigir y no actuar. Pero es difícil. No hay un filme que no baje de dos años y pico de preparación, el tema del dinero, conseguir la gente…
-Van a hacer un homenaje suyo en el Festival de Mar del Plata…
-Me enteré ayer y no sé que decirte… (se emociona).Los homenajes son inevitables, como las arrugas o la caída del pelo. De repente llegan y no importa cuántos méritos hayas hecho, si es que hay alguno. Si lo hacen, pues está bien. Me gustaría estar en Mar del Plata con mi película.
La charla sobre su película deriva en el teatro. Lo último que hizo fue, en 1997, “El vestidor”, de Ronald Harwood junto a Julio Chávez y dirigidos por Miguel Cavia. “Una experiencia riquísima”, recuerda. Pero desde esa puesta, de la que ya pasaron ocho años, Luppi no volvió a las tablas, aunque filmó casi sin descanso.
-¿Por qué no ha vuelto a hacer teatro?
-El tema es que cuando yo me voy a España con el tema del corral, estaba muy cabreado con el país, con todo lo que pasaba aquí, con esta degradación constante. Y en España hay un movimiento institucionalmente bien planteado, pero no hay todavía un criterio que me entusiasme, salvo que haga una pieza argentina, con argentinos. Es que el teatro tiene esa puta exigencia que no podés hacerlo de taquito, tenés que tener una pieza que te conmueva mucho, que tenga sentido para la gente. Te exige una posibilidad de vivencia que sea francamente autentica. No tiene sentido ir todas las noches a hacer función porque te contrataron o porque la pieza es un éxito.
Argentina
Hablar sobre teatro fue el preludio para entrar de lleno en el tema que más apasiona a Federico Luppi: La Argentina. Ahora uno encuentra reminiscencias de aquel Carlos Bonifatti que insultaba en Plata Dulce o de Mario Dominicci, el hombre recto de Un lugar en el mundo, por sólo mencionar algunas de sus actuaciones.
Luego del “Corralito” decidió radicarse definitivamente en España. Y entonces la pregunta ahora es cómo ve el país desde afuera.
“Vine el año pasado para un trabajo con (Eduardo) Mignona después de tres años y, nobleza obliga, no encontré el país como lo dejé, pero sí noté algo… como si nuestra clase media hubiese aceptado el derrumbe o tocar fondo; otro talante, había una cierta aceptación de la ‘divina pobreza’. Más calmo seguramente el país pegó un estirón en la economía”.
Pero el tema no queda ahí y aunque ahora ve las cosas un poco mejor, su mirada no es tan piadosa. “No tengo resuelto interiormente algunas preguntas que me hecho como ¿por qué este país alfabética, intelectualmente ávido, capaz, con cierto nivel de preparación, por qué votamos a Menem, a De la Rúa? Ahora estuve por Tucumán, una provincia riquísima, con una exuberancia… pero con un costado que claramente denuncia nuestro destino sudamericano: la repartija, la pobreza, la demagogia. Veo en la clase política prácticas que son de la vieja mafia política, que son de un nivel… es una especie de jaula de locas, donde todo lo que se hace es para conseguir más poder, generar más focos de corrupción y el país bien, gracias. ¿Puede ser que esto ocurra en la Argentina?
-¿Pero esto sólo pasa aquí?
-No es privativo de la Argentina la mala práctica política, pero lo que me llama la atención, y esto lo digo con pesar, es esta vocación que tenemos por brindar con champagne a bordo del Titanic. ¿Cómo permitimos que nos despojaran libremente? No tenemos carreteras, costas, gas, petróleo, trenes, aviones, no tenemos nada. ¿Cómo permitimos eso? ¿Cómo aceptamos ese disparate fenomal, porque cuesta trabajo entenderlo, de que un peso era igual a un dólar? ¿Cómo permitimos el corralito? Es una herida incurable que se va a repetir. Porque en esta Argentina, desde que yo tengo un recuerdo vigoroso de lo que es padecer la economía, los ministros de Economía han sido saqueadores de la fe y de la guita de la gente ¿Cómo permitimos eso? No tengo respuesta.
-Y en el terreno de la cultura, ¿cómo ve al país?
-Es el punto fuerte indeformable del ser argentino. Aquí siempre ha habido gran teatro, gran cine. Realmente quien planteó el devenir inmediato, los defectos, el que supo siempre más que nadie fue siempre el mundo de la creación artística. Siempre ha habido, aún en medio de la enorme crisis de los últimos 10 años, y lo planteo con enorme orgullo, un Aristarain con su cine, Trapero, Nueve reinas, una película excepcional, El hijo de la novia, Bolivia, Un oso rojo. Grandes filmes hechos con dos guitas en un país destrozado. Esa es la gente que tiene valor. Y cada vez que ha habido alguna gratificación en el exterior ha sido por algún deportista, en festivales de cine, por la danza, pintura, o a algún intelectual que le dieron un premio.
Terminando la charla, mate y facturas de por medio, Luppi reflexiona: “Me duele porque me cabrea. ¿Por qué los votamos? Esta especie exaltación casi religiosa de la avivada, sea por lo que sea, da lo mismo. Pero es la gente que después se enoja con Cavallo porque los roba y me da una impotencia… Y me duele porque soy argentino, porque si fuese finlandés qué carajo me importa”.

Próximo proyectos
Para este año Federico Luppi ya tiene la agenda bastante complicada. Realizará dos películas: una con un director argentino que vive en Los Angeles, cuyo título inicial es “Verano amargo”, porque trata el tema del corralito. La otra es un proyecto de Juan Carlos Desanzo que se llama “El cantor de tangos”.
Además, Bruno Pedemonte, el hijo de Telma Biral, le ofreció volver al teatro. “Me dio para leer una obra estupenda que sería para este año, pero estoy complicado con las fechas, aunque me gustaría mucho hacerla. El actor vive de proyectos”.


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